Buen parador. Esto de los paradores tiene su miga. Algunos se encuentran en edificios históricos y tienes unas ventajas y unos inconvenientes, como por ejemplo este mismo que el acceso a la primera planta no permite ascensor, cruje el suelo de la habitación, ventanas de madera , la llave clásica de paradores con el llavero enorme que yo siempre dejo en la recepción cuando salgo por no llevarla en el bolsillo y algunas otras desventajas. Pero tienen su encanto. Este en concreto, se encuentra en un lugar excelente, en el casco antiguo de Pontevedra y cerca de bares y restaurantes además de todos los lugares turísticos de la ciudad. El edificio en sí es un espectáculo. Puedes llegar en coche hasta la puerta a dejar las maletas pero no tiene parking. Hay uno cercano o puedes aparcar en el margen del río, yo no tuve problemas. El desayuno muy completo (esto ocurre en todos los paradores), el trato también muy correcto. Sólo una queja, llegamos al parador después de cenar, sobre las 23,30 horas con pensamiento de tomar una copa y la cafetería (es pequeña, con cuatro o cinco mesitas) ya estaba cerrada cuando nos habían comentado que estarían hasta las doce. Yo lo recomiendo. Es ideal como punto de partida para pasear por las calles de Pontevedra.
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